27 de abril de 2008

Reforma

Uno de los hitos importantes que marca el comienzo de una nueva etapa del ser humano es el ingreso a la escuela, lo que exigirá al estudiante cumplir con un rendimiento acorde a sus capacidades intelectuales, sociales y culturales.
Estar inserto en un mundo complejo donde todo cambia de un momento a otro, donde hay una cantidad enorme de información, la cual debe ser seleccionada debidamente, es que se plantea la necesidad de tener competencias y habilidades para enfrentarse a ese mundo. Por tal motivo es que a educación tiene una doble exigencia a su cargo: transmitir, masiva y eficazmente conocimientos teóricos y técnicos evolutivos. A su vez deberá orientar dentro este vorágine de la información, entregar lineamientos claros para poder desarrollarse sin perder el norte (Delors, 1996).
Una pregunta que debe surgir al proponer estas dos exigencias, es qué debe hacer la educación y particularmente la escuela (no olvidando que nuestro entorno también nos educa) para cumplir con lo propuesto. La comisión liderada por Jacques Delors (1996) al momento de definir las exigencias estableció que: “…la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento.


En chile, se han establecido principios fundamentales para la educación los cuales surgen a partir de los cambios a los que se ve sometido el país, tanto a nivel nacional e internacional.
Algunas de las preocupaciones planteadas a la comisión de la OCDE (2004), tienen relación con: el estancamiento en los puntajes SIMCE de 4º y 8º básico desde 1999, cultura docente resistente a las evaluaciones u observaciones, directores líderes administrativos y no instruccionales, utilización de las evaluaciones nacionales para mejorar el aprendizaje en la sala de clases, formación de profesores, pertinencia de la enseñanza media en sectores populares, universidades: ampliación de la matrícula, elitización del ingreso.
Como se deja de manifiesto en el informe de “Revisión nacional de políticas educativas (OCDE, 2004), “Gracias a las políticas aplicadas en los años 90, el comienzo del siglo XXI abre nuevas oportunidades para alcanzar nuevas e importantes metas: mejorar la equidad, reforzar la formación del profesorado y aumentar la cobertura y calidad en educación superior” (Bitar, S, 2004).
Los principios fundamentales de la reforma educacional, sin lugar a dudas surgen por una necesidad de cambio y adecuación a las demandas internas que se ven afectadas por las demandas externas, pues, en un mundo globalizado se necesita que los sujetos que integran una sociedad, sean capaces de adecuarse a los cambios, enfrentarlos con muy buenas herramientas, ya que solo así se puede seguir desarrollando y avanzando en todos los ámbitos.
En definitiva la calidad, equidad-igualdad de oportunidades y cobertura educacional a todo nivel, se presentan como ejes articuladores, los cuales dan vida y sentido a la serie de cambios que surgieron en el ámbito educativo cuyo canal transmisor es la escuela, como institución formal. Se torna indispensable seguir trabajando para lograr avances significativos a nivel de equidad e igualdad de oportunidades, gestión educacional y carrera docente, estos aspectos interdependientes al momento de generar aprendizajes se ven débilmente unidos, ya que se observa una segmentación de estos trabajos, cosas aisladas que no dan un sentido único a la educación, la que es mirada desde tres puntos distintos, impidiendo así que se logre establecer la conexión necesaria para lograr aprendizajes.
Como plantea Tedesco (2003) “La educación tiene que actuar como contrapeso del nuevo capitalismo, que comporta diferencias sociales cada vez más acentuadas, y la globalización, que rompe los compromisos locales y las formas habituales de solidaridad y cohesión. Por ende, el aprender a vivir juntos es un aprendizaje que debe desarrollarse constantemente a nivel formal en la escuela, por medio del respeto , la empatía y el trabajo en equipo, para aprender a compartir y y trabajar para lograr un objetivo en común.
Otro aspecto importante a l que hace alusión Tedesco (2003) “ya no se puede confinar la educación a una sola etapa de la vida, sino que es necesario que se convierta en un elemento siempre presente. Asimismo, es necesario replantear la tarea educativa como mero instrumento de transmisión de información y priorizar el proceso de aprendizaje”. Educación constante y permanente toda la vida, pero para lograr educarse toda la vida, la escuela debe enseñar no sólo contenidos como prioridad, sino más bien las habilidades que permiten al estudiante desenvolverse en cualquier contexto, identificando sus necesidades y donde puede buscar respuestas fidedignas.
En la actualidad, se puede apreciar claramente que la forma concreta que los
componentes de la educación son los que presenta el esquema.
Con la actualización del marco curricular (MINEDUC, 2002), objetivos fundamentales, objetivos transversales y contenidos mínimos obligatorios, se puede observar una orientación hacia los cuatro pilares que propone Delors. Los planes y programas de estudios proponen una serie de aprendizajes que si bien muestran el interés de trabajar para lograr los aprendizajes propuestas por la comisión, sigue predominando la transmisión de contenidos que muchas veces no es contextualizado, no tiene sentido para los estudiantes.
Finalmente podemos apreciar que la educación como sistema multifactorial, tiene a su cargo una responsabilidad central en el desarrollo del ser íntegro, competente y capaz de desenvolverse en un contexto local, pero a su vez global.

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